dilluns, 31 de març del 2014

Pan, trabajo, techo y dignidad


Hace ya unos días del histórico 22M: más de un millón de personas de todos los rincones del estado manifestándose en Madrid para exigir pan, trabajo, techo y dignidad, lo más básico, lo que nos han robado. Manifestación que cerraba meses de trabajo y movilizaciones, y que debe abrir otros tantos, para que la lucha por la justicia y la transformación social avance.

De primeras, una constatación: es la primera vez que los movimientos alternativos de este país son capaces de coordinar y organizar una movilización de estas características, tan ambiciosa, tan masiva, tan compleja. Obviamente ha existido trabajo de organizaciones “clásicas”para ayudar y garantizar el éxito de la convocatoria, pero el grueso de la organización no ha recaído en los sindicatos mayoritarios, por ejemplo, que eran los únicos que, hasta el momento, estaban en condiciones de montar algo parecido a esto en España. Algo por lo que nos tenemos que felicitar (el movimiento se hace mayor), y también algo que nos debe hacer reflexionar (¿qué hacen, o piensan que hacen, los sindicatos mayoritarios? ¿y qué hacemos el resto, en consecuencia?).

Pasada la manifestación, es necesario que toda la energía puesta en marcha para el éxito de las marchas no se pierda. El 22M debe continuar. Creo que en este momento el movimiento popular necesita algo parecido a lo que aquí fue l'Assemblea de Catalunya durante los estertores del franquismo: un espacio de lucha política muy amplio con unas reivindicaciones de mínimos, potentes, que nos unifiquen. El 22M podría ser el germen de este espacio, y sus reivindicaciones, nuestras primeras consignas. Para ello hay que organizarse en el territorio, o coordinarse más bien, porque los mimbres están, están en las PAHs, y en los comités unitarios de huelga, y en las asambleas locales o de barrio que se formaron tras el 15M, están en las organitzaciónes “clásicas” también, estamos ahí, ya sabemos quienes somos, cuando ha sido necesario nos hemos encontrado al mismo lado de la trinchera: organicémonos allá donde aún no lo hemos hecho y coordinémonos en los distintos niveles territoriales para poder plantear luchas locales por un lado y pensar la próxima gran movilización estatal por el otro, que tiene el reto de ser más masiva e importante aún que el 22M.

Para terminar, un apunte sobre la violencia. No hace falta repetir lo de siempre, así que no perderé el tiempo haciéndolo. Os quiero compartir una sensación personal, que puede sonar un poco bestia. Por eso he esperado una semana en escribirlo, pero es una sensación que no se me quita del cuerpo: no me importan los policías heridos. No es que lo aplauda, pero hace un año o dos me habría parecido mal, lo hubiera condenado o algo así y hoy... no. No me parece ni bien ni mal. Me produce indiferencia que peguen a un policía. Y creo que no soy el único que ha sufrido este cambio de percepción de las cosas, en este tiempo.

El sábado, tras la manifestación de Barcelona (que también terminó con cargas, también a tiempo del telediario, también con policías pegando a otros policías) un compañero nos hizo notar que “los violentos” son chavales cada vez más jóvenes. No son grupos de extremistas organizados, no han tenido tiempo de organizarse, son casi niños, con mucha rabia dentro, eso sí. Y nos hacía la siguiente reflexión: si tu tienes 17 o 18 años y todo lo que has vivido desde que tienes edad de enterarte de las cosas es esto, el robo, la estafa, el saqueo impune y el empobrecimiento generalizado por un lado, centenares de manifestaciones pacíficas y huelgas masivas que no sirven para nada por otro, y policías apaleando a manifestantes pacíficos una y otra vez por el de más allá, ¿qué vas a hacer?
Esta generación que sube (y las que seguirán) se han socializado entre la falta de futuro, la sordera del gobierno y la violencia policial.¿Quién va a venirles con el cuento de la no-violencia, ahora? Yo, personalmente, no me presento voluntario. Tenemos lo que sembramos, gente.

Y ya que me pongo, a riesgo de parecer aún más bestia, voy a deciros todo lo que estoy pensando desde el sábado pasado y que no logro dejar de pensar: si esta es la situación, si la policía nos va a pegar siempre porque tiene que salir en el telediario de las nueve, si ya se encargan ellos de infiltrarse para provocar la carga a tiempo pase lo que pase, si te pegan tengas 12 años o 72, vayas en silla de ruedas o con muleta-espada, tengas acreditación de la prensa o estés sentado en el suelo y con los brazos en alto, quizá sea hora de empezar a repensar, desde los movimientos populares, nuestra respuesta a su violencia. Quizá la aproximación que hemos hecho a este tema en los últimos 30 años ya no nos sirve.
Decía Anguita que, con un millón y medio en la calle, si el 22M hubiera sido un movimiento violento los 1700 policías se hubieran neutralizado fácilmente. Yo no quiero formar parte de un movimiento violento. Pero empiezo a estar muy cansado de que nos peguen, y nos peguen, y nos peguen... quizá tengamos que empezar a defendernos colectivamente, con todo lo que ello implica.