dilluns, 20 de juny del 2011

Pactos por programa

Preferiría hablar de las manis de ayer, la verdad. Quizá lo haga luego. Pero algo tendré que decir de Extremadura, ¿no?

Primero, me parece una mala decisión, no la comparto, no me gusta, y tampoco me gusta que aquí, una vez más, parece que cada territorio sea un reino de taifas, y pasando del proyecto común, en Catalunya se pueden hacer una serie de barbaridades, en Euskadi otras, en Madrid otras, en Andalucía otras y en Extremadura otras. Es como cuando la asamblea de la acampada de Barcelona acuerda disolver la acampada, y un grupo dice que ellos no quieren y que no tienen por qué acatar la decisión de la asamblea porque nadie les representa.
Entiendo que gestionar la pluralidad es complicado, y que encontrar las formas de compaginar la máxima democracia interna con la cohesión de todo el proyecto se hace difícil en ocasiones. No quiero formar parte de una organización en la que la dirección decide y el resto acata (para eso ya está el PPSOE). Pero tampoco quiero estar en un sitio en el que cada cual puede hacer lo que quiera sin pensar en el proyecto común. ¿Cómo encontrar el equilibrio?

Segundo, me da rabia que en este país muchos den por sentado que, así, por principio, IU debe votar al PSOE sí o sí, porque sí. Oiga usted, que estamos hablando del PSOE, del partido que recorta derechos sociales y laborales, del partido que nos deja sin pensiones y obedece ciegamente a los dictados de Ángela Merkel. Yo, al PSOE, agua la justa. Y solo si se la gana, cuando se la gane, solo allí donde se la gane. Y si no, me abstengo. Y si no les gusta, haber hecho otra política y quizá así no hubieran perdido las elecciones.

Y tercero, quizá me equivoque, porque he seguido el tema por la prensa e internet, pero creo que el proceso (intachablemente democrático) de IU Extremadura para decidir el sentido de su voto en la investidura no ha estado del todo bien planteado.
Me explico. Se ha consultado a las bases si votábamos a favor PSOE o nos absteníamos. Las bases han hablado y por bastante mayoría han preferido la abstención. IU ha acordado hacer lo que las bases pedían (entiendo que si tienes al 78% de la organización a favor de una cosa, hacer la contraria es mal asunto).
Pero me parecía que se votaba sobre la nada, o sobre percepciones, sobre sentimientos. Y nosotros no actuamos así. O no deberíamos, no está en nuestro ADN.

Nosotros somos los del "programa, programa, programa". ¿Recuerdan? Siempre lo hemos dicho, y casi siempre lo practicamos. Nosotros no decidimos en función de unas señales, o de unas percepciones. Pactamos en base a un programa. Y punto.
Quizá, si el proceso se hubiera planteado así desde el principio, la decisión tomada, esta u otra, tendría un grado de apoyo y consenso mucho mayor. Es decir, yo no decido si voto a tal, a cual, o me abstengo. Yo pongo sobre la mesa una serie de puntos programáticos innegociables para cualquiera que quiera que le vote (no para unirme a un gobierno, pero sí para firmar un pacto de investidura). Si hay algún partido que esté dispuesto a aprobar esas leyes (por ejemplo, se me van ocurriendo, reforma de la ley electoral, reforma fiscal progresiva, marcha atrás en los recortes... decidan los compañeros de Extremadura cuales son) se firma un acuerdo de investidura y se vota a favor de ese candidato. Por supuesto, consultando a las bases, pero sobre el programa de mínimos, no sobre la percepción o el sentimiento. Si ningún otro partido acepta los puntos planteados en nuestro programa, no se vota a nadie y punto. Y no se le vota con una razón potente, que nadie puede rebatir.

En fin, ahora ya es tarde. Pero estaría bien ir recuperando las viejas buenas costumbres, para futuras decisiones trascendentes. Mucho del pasado no nos sirve y hay que cambiarlo, pero todo no.

Y para terminar, un poco de demagogia barata: ¡lo bien que quedaría el PSOE extremeño, que tanto quiere evitar que gobierne la derecha, votando al candidato de IU en la sesión de investidura! ;-)