dijous, 12 de juliol del 2012

Declaración de guerra


Hace unos añitos, un congreso con mayoría absoluta pepera aprobó embarcar al país en una guerra ilegal en contra de la inmensa mayoría de los ciudadanos. La mitad derecha de aquel congreso, atrapada entre la obediencia debida al líder y la certeza de estar dirigiéndose al abismo, no tuvo mejor ocurrencia que huir raudamente hacia delante y dedicarle al presidente guerrero una atronadora ovación, que causó perplejidad y asco a partes iguales fuera del hemiciclo. Aquel aplauso, junto a otros famosos gestos, significó el principio del fin de la era Aznar.

Años después, otro presidente compareció en el parlamento, para anunciar una enmienda a la totalidad a su programa electoral, sus promesas previas y sus supuestas convicciones, obligado por Bruselas y “los mercados”. Era el inicio de una intervención de facto de la economía española, la renuncia por parte de los socialistas a proponer una salida a la crisis alternativa al neoliberalismo, y efectivamente, supuso el principio del fin de la era Zapatero.

Ayer en el congreso parecíamos vivir un revival chusquero (la historia, que se repite como farsa) de ambas sesiones. Por un lado, el presidente acorralado al que obligan a enmendar por tercera vez sus presupuestos (en tres meses), tragándose sus promesas al tiempo que dinamita lo poco que le quedaba de credibilidad. Por otro, un grupo de diputados serviles, preocupados sólo por cómo podrán salir de ésta sin ver mermados sus beneficios, que escuchan una frase tan fuerte como “para incentivar la búsqueda de empleo reduciremos las prestaciones por desempleo”, y quizá porque no saben qué cara poner, se lanzan a aplaudir.

Las gentes del PP son como una mezcla entre el orgulloso hidalgo español y el hortera carajillero (copa de magno y purito dux) del Bar Manolo: chulos, prepotentes, orgullosos de su ignorancia, prestos al agravio y con una capacidad de análisis similar a la de Sergio Ramos. Su hooliganismo, por tanto, no debería ser tan sorprendente. Pero me sigue dejando anonadado la capacidad que tienen para el autoengaño.
Digámoslo claro: este gobierno no tiene ni idea de adonde va, sus supuestas soluciones no sólo no funcionan sino que nos hunden cada día un poco más en el abismo, y se dedica a improvisar parches cada vez más gordos con el único afán de mantenerse a flote unos días más.

Primero hay que reducir el déficit al 4’4%, así que subo el IRPF y hago una reforma laboral. Luego me planto y digo que el déficit lo dejaré en el 5’8 porque yo lo valgo, a la semana resulta que será el 5’3, y para eso recorto 10.000 millones más de lo que decían mis presupuestos y monto una amnistía fiscal que no está funcionando, así que le voy cambiando las condiciones a petición de los defraudadores semana sí, semana también. Pero nada surte efecto, así que negocio con Bruselas que ahora el objetivo sea el 6’2, y a cambio recorto 65.000 millones más. ¡Y todo esto en seis meses! Suerte que era un gobierno serio, suerte que tenía un plan, suerte que iba a generar confianza. ¡Los payasos de la tele eran más serios que esta tropa!

Después de la foto de las Azores, los simpatizantes del PP empezaron a esconderse. Por vergüenza. Pasado el 10 de Mayo, cada vez fue más difícil encontrar a nadie que te defendiera a ZP. Si lo pensaban, se lo callaban. Por vergüenza.
El 11 de Julio debe significar lo mismo para el gobierno Rajoy, que no le ha declarado la guerra a un país extranjero, sino a sus propios ciudadanos. Debemos conseguir que se queden solos, tan solos que sus propios militantes salgan a la calle con la cabeza gacha, tan solos que la más leve brisa les haga caer.

Y para lograrlo no hay más vía que la de la contestación. “Sólo de pensar en otra huelga general ya me agoto”, me decía ayer una amiga, y lo cierto es que yo también, pero no hay más narices, gente: a redoblar esfuerzos, a llenar las calles, a paralizar el país cuantas veces sea necesario hasta que caiga el gobierno y sus políticas. 

1 comentari:

Anònim ha dit...

Esperemos que se vaya desmoronando el electorado del PP como el del PSOE, preocupa mucho hasta que punto este país ha perdido soberanía con "Los Mercados" y "Bruselas", son como el coco, nos acojonan sin siquiera saber quienes son.
Por cierto, los dos últimos párrafos son pura poesía.