Confieso que no he seguido demasiado la campaña andaluza, y que estaba un poco fuera del tema... Quizá porque tenía malas vibraciones. Pero también confieso que el domingo (esos domingos tontos de no hacer nada porque la noche anterior terminó en mañana y ya no tenemos el cuerpo pa estos trotes) me puse a ver discursos, vídeos, noticias, twits... Y me ilusioné un poco. Total, pa qué? Total, pa na.
Lo de ayer fue, para los que aspiramos a construir un país nuevo, a un proceso constituyente que devuelva la soberanía al pueblo, un chaparrón de realidad en toda regla, un jarro de agua fría, y un aviso a navegantes. Tal vez se necesitaba este aviso, tal vez podamos sacarle algo positivo, pero solo si lo leemos bien y actuamos en consecuencia.
Primer toque: el régimen es mucho más fuerte de lo que, en nuestra ingenuidad y metidos en la vorágine de nuestros mundos activistas, pensábamos. Parecía que venía un tsunami que se lo cargaría todo, y la cosa quedó en sustillo. El bipartidismo aguanta mucho, y por si fuera poco, el régimen logra tapar la vía con la operación "nueva derecha". Ahora ya son tres los partidos del régimen, no dos, la restauración borbónica tiene una nueva oferta electoral con la que intentar seducir al pueblo y nos han pasado la mano por la cara: si leemos el resultado en términos de restauración vs cambio, el marcador está 70% a 22%.
Es cierto que las circunstancias específicas de estas elecciones podían ser beneficiosas para el régimen (momento escogido, composición social y territorial, implantación histórica del PSOE, redes clientelares...) pero si nos quedamos solo con eso al justificar los resultados estaremos haciendo un flaco favor al proyecto del cambio.
Segundo toque: el tsunami que no llegó. Todos esperábamos una sorpresa, ayer. Esperábamos algo como lo de las europeas. Un nuevo golpe sobre la mesa. Un terremoto que anunciara réplicas mayores en los meses que vienen. Y no pasó. De nuevo, se puede hacer la lectura complaciente: pasar de 0 a 15 es un exitazo, blablabla. Pero en las elecciones, no ganas o pierdes en función de los números reales, sino en función de las expectativas. E igual que hace un año, para IU, pasar de dos a seis eurodiputados fue un fracaso, porque se esperaba mucho más, para Podemos, quedarse en el 15% de los votos es un fracaso, porque eran un instrumento para romper el tablero.
La idea (que yo comparto plenamente) era que IU tiene un techo que nunca logrará romper por si misma, y que en este momento histórico hace falta un nuevo instrumento que pueda ser mayoría. Ese instrumento para algunos era la unidad popular, para otros, desde hace un año ya existe y se llama Podemos. Yo siempre he tenido mis dudas de que Podemos, solo, sea el instrumento. Pero con los datos y las encuestas en la mano (y viendo el proceso del último año en IU) pensaba, oyes, quizá tengan razón, quizá hay que dejarles probar su proyecto.
No está todo dicho, esta solo es la primera batalla, pero, datos en la mano, Podemos, por si solo, no ha logrado, en Andalucía, ser ese instrumento. Ha sacado un 15% y 15 diputados, sí. Pero el techo electoral de IU en Andalucía es del 20% y 20 diputados. Ni siquiera la suma de Podemos e IU por separado supera ese techo. Y eso no rompe ningún tablero: reconfigura los jugadores y sitúa a las fuerzas populares en un escenario como el de los viejos buenos tiempos, pero eso ya era lo que vaticinaban las encuestas antes de la aparición de Podemos, y que algunos decíamos que era insuficiente, que debíamos construir algo nuevo para poder aspirar a más: aspirar al cambio, a la ruptura del régimen, al proceso constituyente.
La segunda idea era que es mejor que no haya unidad electoral, que cada instrumento concurra por separado, porque así IU retiene unos (pocos) votos de la izquierda ideológica, y Podemos, sin el lastre de estar asociado a nada viejo ni ideologizado, puede captar voto transversal, una enorme masa de voto que nunca se lograría en una confluencia con carácter izquierdista. Bueno, de nuevo, los números cantan. Y además, creo que esta estrategia del núcleo pensante de Podemos, que han seguido desde las europeas, esta apuesta por venderse como algo cada vez más blanco, desideologizado, de "sentido común", por poner el eje cada vez más exclusivamente en "lo nuevo frente a lo viejo", le ha dado al régimen la posibilidad de contraatacar: la fuga de votos de Podemos, hoy, está en Ciutadans, y si la operación Ciutadans funciona es, en parte, gracias al estado de opinión creado por Podemos en los últimos meses.
Estoy de acuerdo, muy de acuerdo, en que el eje no es ya (no porque no exista, sino porque la mayoría social no lo percibe así) izquierda contra derecha, pero tampoco es (exclusivamente) lo nuevo contra lo viejo: el eje es los de abajo contra los de arriba (y abajo significa pueblo y clase trabajadora, y arriba no solo significa casta política, significa también poder económico, significa régimen), el eje es ruptura constituyente contra restauración borbónica.
Y está claro que es más difícil vender la ruptura que vender "lo nuevo", pero el problema es que si solo vendes "lo nuevo", el régimen puede también "renovarse" y hacerte un boquete.
Tercer toque: el (enésimo) hundimiento. Lamentarse por fracasos electorales de IU ya parece el día de la marmota, o algo así como las crisis cíclicas del capitalismo. Pero esta duele especialmente, porque 2015 era el año en el que nos lo íbamos a comer todo. Y ya ves tú.
Se dice que IU paga el pacto con el PSOE... y me parece un análisis simplista. De hecho, el pacto con el PSOE es el síntoma del problema, no el problema en sí. Dentro de IU conviven dos almas, una que lucha por la ruptura y otra que ha aprendido a vivir dentro del régimen, y en algunos casos (Madrid sobretodo, pero también parte de Andalucía) que ha sido cooptada por el régimen y ha participado en sus tramas y tejemanejes. Hay una IU que lucha por el proceso constituyente y otra que se conforma con tener algún espacio de gestión dentro de la restauración borbónica. Esta segunda IU, la de las cúpulas, los repartos de poder y los brindis en el palco del Bernabeu, es la que, aun perdiendo en el debate político interno, se impuso (por su comodidad y habilidad en el fontanerismo que es la base de la iuología) en el poder real de IU, y fue capaz de marcar su estrategia tanto en Madrid, como en Andalucía como en el proceso de las europeas.
IU paga no haber sido capaz de leer el momento histórico y no apostar realmente por la ruptura con el régimen, más que de boquilla, más que dejando que lo mejor de la organización se descuerne trabajando realmente por el cambio, mientras ya luego yo me repartiré las ganancias y los espacios de poder. Ese es, creo yo, el problema de fondo, del cual el pacto con el PSOE no es más que una expresión.
Lo triste, es que la IU Andalucía que se presentaba a estas elecciones no es ya la de hace un año. Estos meses, con todas sus tensiones, han hecho aparecer la posibilidad de una nueva IU, de que lo mejor de IU pueda tomar realmente las riendas de la organización. La IU de esta campaña no ha sido la de Valderas y Ángel Pérez, sino la de Maíllo, Garzón y Anguita. Pero esta nueva IU ha llegado tarde, cuando el tren ya había pasado, y por muy bien que lo hayan hecho, y por mucho que sean de lo mejorcito que hay, no tenían nada que rascar. Siendo un pésimo resultado, quizás tengamos que agradecerles que hayan parado la descomposición y el extraparlamentarismo (veremos que pasa en Mayo en Madrid...).
Y además, esta IU que hemos visto en esta campaña no es real, aún no, al menos. La vieja guardia es muy lista, y sabe que hoy le toca esconderse (al menos la de Andalucía es lista, otras ya sabemos como juegan). Pero una cosa es dejar que Alberto Garzón ponga la cara y pare el golpe, y otra es dejar realmente de mandar. La vieja guardia y la vieja política nunca están derrotadas, siempre siguen por ahí, y cuando Alberto ya no les sirva, no dudarán en quemarlo si hace falta y volver por sus fueros.
Aquellos que hace un año se conformaban (porque era todo a lo que en realidad aspiraban) con el 15%, y que no nos escucharon cuando les dijimos y les repetimos hasta la afonía que conformarse con el 15% era suicida, porque nos llevaba a lo de hoy, hoy se conforman con resistir el chaparrón lo mejor que se pueda, refugiarse en las esencias y los cuarteles de invierno y esperar tiempos mejores. Y hoy, eso sigue siendo suicida. Pero claro, es más fácil hacerlo si el que tiene que poner la cara para que se la partan se llama Maíllo, o Garzón.
IU debe escoger, y hacerlo de una vez, y con todas las consecuencias, si apuesta por ser la pata izquierda del régimen o por construir el Partido Orgánico de la Revolución Democrática del que habla Monereo.
Y ante este panorama, ¿qué hacemos?
De primeras, armarnos de paciencia y de capacidad de aguante, porque hay muchos números para que la lucha no sea ni tan rápida ni tan, digamos, "poco difícil", como nos esperábamos. Hay que prever el posible escenario de que lleguen las generales y nada cambie. Y hay que intentar situarse en las mejores condiciones, primero, para ganar las generales, y después, para el supuesto de no ganarlas. Ya, lo sé, menuda obviedad acabo de soltar. Pero es que a veces me parece que a algunos no les importa llegar a Noviembre con posibilidades de ganar, y a otros les da igual lo que pase después de Noviembre.
Sigo pensando que sin unidad popular no hay cambio. Lo que ya no sé es si estamos a tiempo de hacerla antes de las generales. Ni unos ni otros han sabido estar a la altura, unos obsesionados en conservar sus pequeños espacios de poder (disimulándolo en un repentino amor incondicional por las siglas), y otros instalándose rápidamente en la arrogancia del pez grande, siendo incapaces de mostrar la generosidad que hace un año exigían a los demás. En medio, los activistas sinceros y la buena gente que hay a porrón tanto en un sitio como en el otro y que se creen realmente tanto la ruptura como la unidad se ha entrampado en unos procesos que han terminado siendo ultracomplicados, y que solo han terminado por salir, y de aquella manera, en unos pocos sitios. No sé si hay mimbres, ni ganas, de intentar más procesos de confluencia en los meses que vienen, no, al menos, sin un cambio real de estrategias y actitudes por parte de aquellos que deben liderarlos. A mí, como mínimo, se me han quitado las ganas y desaparecido las ideas.
Quizá solo nos quede esperar que este sea un bache fortuito, que realmente la estrategia del Think Tank de Pablo Iglesias resulte acertada y supeditando todo a una blitzkrieg electoral sea como podamos aprovechar la ventana de oportunidad (que parece que se cierra poco a poco) para el cambio. Lo malo es que no tengamos un plan B para el día después, si la cosa no da resultado y nos veamos abocados a una guerra de posiciones, más larga, más dura, de desgaste. Vaya a ser que llegue 2016 y no hayamos ganado nada, y además hayamos vaciado las calles y destrozado las herramientas para luchar a medio y largo plazo. Quizá tengamos que empezar a preparar, ni que sea por aquello de tener todos los escenarios cubiertos, los instrumentos no ya para una rápida victoria electoral, sino para cuatro años de resistencia y acumulación de fuerzas.
Y para ese escenario no sirven ambigüedades, ni discursos fáciles que en lugar de hacer pedagogía se adaptan a las modas, ni desmovilización social. Pero tampoco esencialismo identitario, golpes en el pecho y vivas al pasado glorioso. Harán falta... no sé, otras cosas. ¿Alguna idea?
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